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VELÁZQUEZ
Y LA PINTURA BARROCA ESPAÑOLA:
España vive desde finales del siglo XVI y durante
el siglo XVII una crisis económica y política, que le hace
perder su hegemonía en Europa. Sin embargo, es un periodo de esplendor
cultural (el mal llamado "Siglo de Oro"). La pintura española,
aunque de nivel medio inferior a la europea, cuenta con unos artistas
(Ribera, Zurbarán, Murillo y Velázquez) que son verdaderas
cumbres del arte universal.
Diego Velázquez es considerado el máximo exponente del genio
artístico español.
Pero en muchos aspectos es un caso excepcional. Veremos primero qué
rasgos generales presentaba la pintura española del siglo XVII
y luego estudiaremos la originalidad de Velázquez.
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a) Características generales:
España es el país que mejor sigue las ideas contrarreformistas.
Como la burguesía es casi inexistente, la clientela de los pintores
está compuesta esencialmente por iglesias y conventos, ricos y
poderosos, que imponen un control muy estricto al artista. La nobleza
y la Corte prefieren artistas extranjeros, de Italia o de Flandes. De
ahí que el 90% de la producción pictórica sea religiosa
contrarreformista, cuya función es, según Pacheco, "persuadir
a los hombres a la piedad y llevarlos a Dios". Por eso, los pintores
utilizan el lenguaje de lo verosímil, de la realidad. El naturalismo
alcanza enorme difusión, especialmente en la primera mitad
del siglo, por influencia de los pintores
de El Escorial y por la del tenebrismo
de Caravaggio. Proliferan los santos, las Inmaculadas y las escenas de
martirios, aunque debemos rechazar la etiqueta de "cruel" de nuestra pintura
ya que responde a una moda común a todas las escuelas católicas
en esta época. El realismo está cargado de símbolos,
que nos resultan difíciles de interpretar ahora.
La pintura profana está marginada. Apenas existe pintura mitológica
o histórica. El paisaje es escaso. Los dos únicos géneros
que se cultivan son el bodegón y
el retrato, ambos muy austeros y sobrios.
Ya en la segunda mitad de siglo, por influencia flamenca (Rubens) y veneciana,
se desarrolla el barroquismo, un estilo más dinámico
y colorista.
Destacan tres centros artisticos: Madrid (por ser Corte), Sevilla y Valencia.
No existen grandes diferencias estilísticas entre ellos.
La pintura no es considerada un arte liberal, como en Italia, sino una
actividad artesanal, sujeta al pago de alcabalas (impuesto). Tampoco el
pintor goza de alta consideración social; es un artesano, sometido
al que le encarga las obras. Su formación es manual, de taller,
donde entra con un contrato de aprendizaje; su cultura es rudimentaria,
siendo raros los pintores que tienen un nivel intelectual elevado. En
general viajan poco, aunque tienen noticias de lo que pasa en Italia y
Flandes por la abundante afluencia de pinturas y estampas de estos paises.
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PINTORES DE EL ESCORIAL:
A fines del siglo XVI, varios pintores que trabajan en El Escorial,
impulsados por las ideas contrarreformistas, inician un acercamiento al
realismo. Destacan los italianos Vicente y Bartolomé Carducho y Juan bautista
Maíno, nacido en España, pero también de origen italiano.
TENEBRISMO: Estilo de pintura que
utiliza grandes contrastes de luz y sombra. Su inciador fue el italiano
Caravaggio en el siglo XVII.
BODEGÓN: Pintura donde se representan
cosas comestibles. |
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b) Diego Velázquez
(1599-1660):
Nace en Sevilla, ciudad cosmopolita y abierta, sede de ricos mercaderes
flamencos e italianos. Esto le permite acceder a las novedades de la época.
Se forma en el taller de Francisco Pacheco, pintor y tratadista,
que celebra tertulias en las que artistas y literatos conversan sobre
arte, que consideran una actividad noble y elevada. Ahí se forja
un Velázquez intelectual y culto (su biblioteca constará
más tarde de 122 volúmenes).
Sus primeras obras (La vieja friendo huevos, El aguador) son
tenebristas; bodegones mezclados con pocos personajes de gran realismo,
en tonos ocres y pardos, de pincelada gruesa. Van dirigidas a una minoría
culta, capaz de apreciar la novedad de unir los temas flamencos de cocinas
con la técnica naturalista.
En 1623 viaja a la Corte madrileña. Gracias a su valía y
a la ayuda de su suegro Pacheco, consigue ser nombrado pintor de cámara
de Felipe IV. Inicia así una carrera de ascenso social que culminará
al ser nombrado aposentador mayor de palacio. Su ingreso en la Corte le
permite acceder a la excelente colección pictórica de los
reyes, especialmente a los cuadros de Tiziano
y a Rubens. Su pintura se vuelve
más luminosa y colorista. Pinta retratos del rey y familia,
elegantes y sencillos, reflejando la psicología del personaje,
y un lienzo mitológico: Los borrachos.
De 1629 a 1631 viaja por Italia con el encargo de comprar obras de arte
para las colecciones reales. En Venecia, Roma y Nápoles completa
su formación sobre color, luz, perspectiva y desnudo. Allí
pinta La fragua de Vulcano, de tema mitológico.
A su vuelta a España, cultiva casi exclusivamente la pintura
profana (aunque su Cristo crucificado es una de las mejores
imágenes religiosas de la pintura española). Para el Salón
de Reinos del Palacio del Buen Retiro, pinta La rendición de
Breda o Las lanzas, cuadro histórico, de colores brillantes
y claros, de pincelada suelta, con fondo de paisaje. Sigue con los retratos
(Felipe IV, Conde-Duque de Olivares, Príncipe Baltasar Carlos)
a caballo o de caza, sin olvidar los bufones (Niño de Vallecas,
Pablillos de Valladolid), a los que trata con enorme respeto, destacando
su dignidad humana.
Realiza un segundo viaje por Italia (1648-1651) durante el que pinta dos
paisajes de la Villa Médicis, casi impresionistas, el retrato
del papa Inocencio X, y la Venus del Espejo, desnudo mitológico
en la tradición de Tiziano.
A su vuelta pinta dos obras maestras: Las Hilanderas, sobre la
fábula de Aracne; y Las Meninas, retrato colectivo complejo
por su composición y simbolismo, donde aparecen los reyes reflejados
en un espejo, Velázquez - que reclama la consideración de
la pintura como una actividad intelectual - y el propio espectador, que
queda incluido en la composicón. Alcanza una incomparable calidad
artística en el dominio de la perspectiva aérea y de la
luz.
Tras conseguir ser nombrado Caballero de la Orden de Santiago, su máxima
ambición, muere Velázquez en 1660.
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Los borrachos (detalle)
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TIZIANO ( h. 1488-1576): Es el pintor
veneciano del Cinquecento más importante. Su estilo se caracteriza por
su brillante colorido y su técnica suelta y abocetada. Su obra es abundante,
realizando maravillosos retratos ("Carlos V en Mühlberg"), cuadros mitológicos
("Bacanal, Venus de Urbino") y religiosos (" Santo Entierro," Asunción").
RUBENS (1577-1640): El mejor pintor
barroco de Flandes; gran colorista, sus obras están llenas de dinamismo
y complejidad. Sus personajes son musculosos y sus desnudos muy sensuales
y nacarados. Ejemplo: "Las tres Gracias" |
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Retrato de Inocencio X (detalle)
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c) Otros grandes pintores
barrocos:
- José de Ribera (1591-1652):
Valenciano, marcha muy pronto a Italia y se establece en Nápoles
al servicio del virrey español. Su estilo es tenebrista,
representando escenas de penitentes y martirios con gran dramatismo (
El martirio de San Felipe), e increíbles efectos de realidad
en las anatomías de sus personajes, tipos populares de gran dignidad.
Colorista y dibujante magnífico, paulatinamente atraído
por el color y la luz de los venecianos, su estilo se hace iluminista
(Inmaculada para las Agustinas de Salamanca). Siente interés
por la pintura mitológica y por personajes marginales (El patizambo).También
es grabador. |
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Ribera (detalle)
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INMACULADAS: Con la
Contrarreforma, empiezan a proliferar en España nuevos temas iconográficos,
como el de la Inmaculada Concepción (dogma de fe en 1854), que crea un
nuevo tipo de Virgen. Murillo la representa idealizada, con túnica blanca
y manto azul flotando al viento, con las manos juntas, elevada sobre nubes
con ángeles.
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- Francisco de Zurbarán
(1598-1664). Extremeño que trabaja en Sevilla. Pinta grandes ciclos
de temas religiosos para los conventos con un estilo tenebrista,
en los que la luz resalta el efecto casi tridimensional de sus figuras,
de perfiles remarcados por un dibujo firme. Sus composiciones son simples,
estáticas, pero su colorido es muy rico (especialmente los blancos
de los hábitos). Funde con gran sencillez lo natural y lo sobrenatural
(San Hugo en el refectorio). Pinta también bodegones
ascéticos, casi místicos, y retratos a lo divino
(santas representadas como damas de la época).
Trabaja en la Corte, en 1634, para el Salón de Reinos del Buen
Retiro pero no consigue triunfar, y regresa de nuevo a Andalucía.
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- Bartolomé
E. Murillo (1617-1682), sevillano. Tiene gran éxito con su
pintura religiosa amable, delicada, graciosa, que sirve de evasión
de la dura realidad sevillana en la segunda mitad del siglo. Tras una
primera fase juvenil tenebrista (Sagrada Familia del pajarito)
su estilo se ilumina y su paleta se enriquece por influencia de los pintores
flamencos; su factura es suelta y vaporosa. Son muy conocidas sus Inmaculadas
y sus cuadros de niños, pilluelos de la calle y otros divinos
(Niños comiendo melón, Niños de la Concha).
También se podrían citar a Alonso
Cano, Carreño Miranda,
Valdés Leal, Claudio
Coello, etc.
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Murillo (detalle)
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ALONSO CANO (1601-1667): Escultor,
pintor y arquitecto granadino del Barroco español. De carácter violento,
su obra en cambio es de gran clasicismo y serenidad. Es famosa su talla
de la Inmaculada Concepción, en la catedral de Granada, así como la realización
de la fachada de ésta, de gran originalidad.
CARREÑO MIRANDA (1614-1685):
el pintor de Corte más importante de España en el siglo XVII, sin contar
a su amigo Velázquez. Su estilo es delicado y elegante, como demuestra
en el retrato del Duque de Pastrana, en el Museo del Prado.
VALDÉS LEAL (1622-1690). Pintor
sevillano barroco , de estilo muy realista y dramático, incluso truculento,
lleno de color y dinamismo. Sus cuadros más famosos son las Postrimerías,
jeroglíficos que pintó para el Hospital de la caridad de Sevilla, por
encargo de D. Miguel de Mañara.
CLAUDIO COELLO (1642- 1693): Pintor
barroco madrileño, autor de grandes cuadros de altar en que sigue la técnica
de Velázquez, mostrando interés por la profundidad. Su obra más famosa
es La sagrada Forma, en la sacristía de El Escorial. |
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